En poco más de dos meses hay elecciones municipales y no sólo concurren imputados. Compiten hasta condenados. Juan Martín Serón es el alcalde Alhaurín el Grande, en Málaga. En enero de 2007, la policía investiga irregularidades urbanísticas en el ayuntamiento. Lo llaman ‘Operación Troya’ y Serón es detenido. Su paso por el calabozo no le quitó el apoyo de muchos sus vecinos. 8 años después, no hay rastro de vergüenza en su cara cuando le mostramos su grito contra la injusticia. Serón acaba condenado por cohecho pasivo impropio y es suspendido por un año. Así que dejó la alcaldía 365 días.

Juan Martín vuelve, y no lo hace como un concejal más. Vuelve a la alcaldía y sus ediles le son fieles. El problema lo tuvo con su partido. El PP andaluz lo repudia. Serón no irá en sus listas. Juan Martín Serón sigue gozando del cariño de parte de su pueblo. Un respaldo que le anima a tomar una decisión. Deja el PP, monta su propio partido y se presenta. El pueblo se lo pide.

El caso de Alhaurín el Grande no es el único alcalde imputado por la Justicia y aclamado por su pueblo. El popular Marcos Martínez es otro ejemplo. Tenía dos cargos públicos: Alcalde del pueblo de Cuadros y Presidente de la Diputación de León.

Una carrera política muy prometedora, hasta la ‘Operación Púnica’. En esa operación Marcos Martínez es detenido por la Guardia Civil. Sospechan que habría cobrado mordidas por contratos públicos. Tuvo que dimitir de sus cargos desde la cárcel. Tras pagar una fianza de 30.000 euros vuelve a su pueblo. Al llegar, muchos de sus vecinos lo reciben con un aplauso. Hoy ha vuelto a la Diputación y al Ayuntamiento.

Es un simple concejal pero le sabe a poco. Expulsado del PP, aspira a recuperar a la Alcaldía con un nuevo partido que él mismo ha fundado. Ejemplos como el de Martínez o Serón muestran un apoyo inquebrantable a políticos examinados por la justicia.  ¿Qué responsabilidad tenemos los votantes en los casos de corrupción? ¿Es culpa nuestra?