El portavoz del sindicato de trabajadores SIGEN-USOC Enrique Saludas ha vivido las últimas negociaciones entre los trabajadores y la empresa en una época de crisis como la actual cree que al final de este proceso “el trabajador ha perdido una serie de condiciones más ventajosas que las actuales firmadas”.

Los trabajadores de Nissan han experimentado una pérdida gradual de derechos laborales. Todo empezó en 2009 con un ERE de 2000 trabajadores. “Un tercio de la plantilla tuvo que dejar la compañía”. En 2008, hacían 139.000 coches y en 2009 pasaron a 44.000. Con ese descenso de la producción “al final viene la restructuración de plantilla, no queda otra”, explica el portavoz.

La empresa para aumentar la producción en 2011 elige Barcelona como una opción pero que había que abaratar costes y aumentar la flexibilidad, así se consigue un “paquete competitivo”. La competitividad consiste en fabricar el coche igual o más barato que las plantas competidoras, ahora las platas de la propia multinacional. La planta enemiga dentro de la empresa era la de Sudáfrica porque “trabajan más barato”, explica.

“Competimos unos trabajadores con otros para intentar ser más baratos y que te asignen el producto a ti”. Asegura que aceptan esas condiciones porque no les queda otra. “Era eso o cierre”, comenta.

Con ese ajuste de condiciones no se llenaba la capacidad productiva de la planta. Lo que se hizo fue pujar por otro vehículo y se consiguió con la “doble escala salarial. Es la medida estrella”. Consiste en que las personas que entren nuevas van aumentando su salario hasta llegar a un punto que en su caso en el quinto año se sitúa en el salario de un trabajador antiguo. “Puede haber personas en la misma empresa que haciendo exactamente lo mismo cobren diferente”, le asegura a Jordi.

Los trabajadores están dispuestos a aceptar condiciones peores a cambio de no quedarse sin trabajo “porque están viendo lo que ha pasado”. En plena negociación las presiones les llegan “de todos los lados. Todo el mundo presiona”.