El juez Baltasar Garzón se encuentra con ‘Salvados’ en la sede de la Fundación Internacional que lleva su nombre. En ella, luchan por la defensa de los derechos humanos, jurisdicción universal, lucha contra la corrupción, contra el crimen organizado, “un poco lo que llevo haciendo desde siempre”, asegura.

En la biblioteca de la sede, aún queda material por colocar, como la documentación que tenía en la Audiencia Nacional ya que “quiso recoger absolutamente todo lo que reflejaba 22 años de trabajo”.

El juez asegura que 2012 ha sido un buen año “tanto en lo positivo como en lo negativo”. En lo negativo aparece la inhabilitación de 11 años por el ‘caso Gürtel’, la sentencia del franquismo absuelta y el archivo de la causa de Nueva York. “Ha sido un mal año para los que me condenaron porque saben que no lo tenía que haber hecho”. Confía en el cargo de conciencia.

Baltasar vive a saltos y a caballo entre Latinoamérica, Estados Unidos y España. La gente le apoya, y los que le increpan “nunca me han preocupado demasiado”.

Ahora va a ser el defensor de Julian Assange, fundador de WikiLeaks. El juez estaba en Bogotá y le llamó para preguntarle si quería hacerse cargo de su defensa, una defensa “gratuita” porque se está “cometiendo una grave injusticia”.

Baltasar Garzón no para de trabajar fuera de España, es abogado de Julian Assange, colabora con los gobiernos de Colombia, México, Argentina y en este país no puede trabajar como juez. Fuera no lo entienden, pero reconoce que casi nadie “ha tomado con relevancia mi condena por el Tribunal Supremo”.

Fue una condena política. “No había argumentos para juzgarme ni para condenarme”. QueríaN acabar con él “los mismos jueces del Tribunal Supremo”. Quienes lo llevaron adelante “saben que todo fue una ceremonia para que una persona dejar de ser juez” y en un estado democrático “es muy grave”.

Él es consciente de que le podían pegar un tiro desde una organización terrorista o echarle de la carrera judicial porque “eran temas demasiado delicados”. Lo que es cierto, es que “lo que yo no cometí fue prevaricación. Lo saben ellos, lo sé yo, lo sabemos todos”.

Fue inhabilitado once años por el ‘caso Gürtel’ y sin embargo, otras personas implicadas corrieron mejor suerte que el que fuera magistrado de la Audiencia Nacional, como Francisco Camps. En la parte que a él le correspondió “había indicios más que suficientes, que identificaban al señor Camps como autor de los hechos que se le imputaban”.

Baltasar fue condenado por ordenar unas escuchas a los abogados que defendían a los detenidos por el ‘caso Gürtel’. “Creo que no me equivoqué pero en la misma línea hay precedentes como en Marta del Castillo”.