Jaime Trujillo es ecuatoriano y lleva en España 13 años. Es informático pero solo ha podido trabajar de ellos por poco tiempo en una empresa de asesoramiento informático. Al principio cobraba 1.100 euros todos los meses. Después hubo problemas y cobraba 600 euros donde había meses que ni siquiera le pagaban. No llegaba ni al salario mínimo interprofesional. Trabajaba 9 horas y hacía horas extra que supuestamente le iban a pagar. Al final acabó yéndose y aun le deben dos meses. Aunque “creí que debería haberme quedado” y es que trabajó en situaciones peores trabajando en limpieza. “Casi ocho horas por 400 euros al mes” y sin contrato. Así, dos trabajos más “400 euros y sin firmar nada”, explica Jaime.

Manu Rodríguez estudió Comunicación Audiovisual y más tarde hizo un Doctorado Teoría, Análisis y Documentación Cinematográfica. Hizo una serie, luego estivo un año sin hacer nada y más tarde volvió a hacer una serie pero a partir de ahí ha estado dos años y medio “sin trabajar de lo mío”, explica. En ese tiempo, lo que hizo fue trabajar en una tienda de ropa cobrando en negro. Lo que alegaban es que si le hacían contrato iba a cobrar menos. También trabajó de captador de socios de una ONG. Le pagaban 400 euros al mes por cuatro horas. También hizo de comercial pero a partir de cinco clientes empezaba a comisionar. Ha trabajado hasta en cuatro trabajos a la vez con las mismas condiciones. “Yo creo que si hay algo que caracteriza a nuestra generación es la resignación”, comenta Manu. Ahora trabaja en una tienda de relojes, con contrato y ganando 1.300 euros netos al mes.

Jaime, Manu y Luis aseguran que están aceptando cualquier condición laboral por miedo a perder el trabajo. “Muchos nos vamos a tener que tragar el orgullo”, explica Luis. “Trabajar de lo que sea por lo que sea”. Miran al futuro y ven que irán a peor “sueldos más bajos, despidos… una precariedad mucho peor”, asegura Jaime.