El aeropuerto de Corvera, en Murcia, está terminado pero sin embargo está cerrado porque “no hay ninguna aerolínea que tenga interés en ofrecer vuelos desde aquí”, comenta Xavier Fageda, profesor de economía de la UB, a Jordi Évole.

Detrás de estas infraestructuras está lo que se conoce como el modelo del “capitalismo castizo”. Consiste en que la financiación de grandes obras públicas se hace por una concesión a grandes empresas privadas que incluye la construcción y la posterior explotación de la infraestructura. Es decir, la Administración encarga la obra a una o varias empresas privadas y para recuperar el dinero se les concede muchos años de la explotación de esas instalaciones para recuperar el dinero. Las empresas que lideran el proyecto “suelen ser empresas constructoras, alguna entidad financiera como las Cajas de Ahorros y un socio industrial”, comenta Xavier Fageda.

Jordi Évole le enseña al profesor una noticia que asegura que Ferrovial, ACS, Sacyr, FCC y OHL lideran el ‘top 10’ de concesionarias. Xavier explica que “una o más de una se quedan con los grandes contratos”. Un negocio que va bien y donde la constructora “siempre gana” frente al socio industrial que “puede perder”.

Los estudios de viabilidad los hace “el promotor de la infraestructura que siempre es una Administración Pública” aunque no es “un estudio serio”. Lo que hay detrás “simplemente es una declaración de intenciones, muchas veces más que una previsión real de lo que va pasar”, comenta el profesor.

"La constructora siempre gana"

En la práctica, la empresa privada no asume ningún riesgo rigiéndose por lo que dice la ley. Es decir, si la empresa entra en quiebra y la quiebra no puede imputársele al inversor privado, el que responde patrimonialmente de la inversión hecha es la Administración Pública. “Todas estas obras de infraestructura tienen un denominador común al final que es que el contribuyente es el que sale perdiendo”, explica Xavier.

Un ejemplo de ello, es el aeropuerto de Corvera en Murcia. Se construyó con la justificación de que el aeropuerto de San Javier, a 30 kilómetros, compartía el uso civil con el comercial, lo que hacía que hubiera una restricción de horarios. Una vez que se impulsó el proyectó de Corvera, se amplió simultáneamente el de San Javier, eliminando el problema.

El aeropuerto lleva cerrado desde que acabó la obra en enero de 2012. La constructora que ganó el concurso fue Sacyr, aunque también estuvieron implicadas varias entidades financieras como la CAM. El proyecto global ha costado alrededor de 300 millones de euros, según explica el profesor de la UB.

Otro ejemplo de ‘capitalismo castizo’ son las autopistas radiales de Madrid que son concesiones que han entrado en concurso de acreedores porque no tenían demasiada viabilidad. Unas autopistas donde se ve “mucho cemento y poco coche”, comenta Xavier Fageda.