El trabajador cuenta que cuando la empresa corta la luz, se lleva el contador, deja los cables fuera y quita el fusible. Para reengancharse, “se juntan los dos cables, cada color empalmado y se pone el fusible que corresponda”, explica.

De 32 contadores hay reenganchados siete. El conserje cuenta que los vecinos acuden a él con la excusa de que le han saltado los plomos y en cuanto abre el cuarto se reenganchan delante de él. “¿Qué hago? No puedo impedirlo porque me juego el físico”, cuenta. De todas formas, si él no les abre la puerta, la rompen. “En un mes, hemos cambiado cinco veces la puerta”, comenta.

El conserje cuenta que ese mismo día, había ido el de la compañía y se había llevado cinco contadores de gente que no paga. “Es triste pensar eso porque capricho no lo hacen”, comenta.