El director del centro penitenciario Brians 1 Joan Carles defiende el modelo de reducación y reinserción de la cárcel, y explica que “el programa que tenemos más evaluado en este momento es el programa para agresores sexuales”.

“Una investigación de la Universidad de Barcelona comparaba grupos de internos no tratados con grupos de internos tratados. Después de cuatro años en libertad, el grupo de no tratados había reincidido alrededor del 19% y el grupo de tratados había reincidido alrededor del 5%. Por tanto, había una diferencia muy significativa entre un grupo y otro”, explica el director.

Jordi Évole le pone de ejemplo a Martínez Singul, el considerado segundo violador del Eixample, por intento de agresión sexual a una menor al que detuvieron por tercera vez después de que quedara en libertad en mayo de 2007 pese a que la Consellería de Justicia advirtió del alto riesgo de reincidencia. Joan Carles asegura que lo único que pueden hacer en estos casos es “alertar a la fiscalía que es la que se encarga de tomar las medidas oportunas”.

Sobre la Doctrina Parot, el director del centro penitenciario Brians 1 comenta que les afecta la excarcelación de violadores porque “los cambios legislativos nos pueden cambiar la situación de los internos de forma imprevista”. Es decir, puede pasar que un preso no haya acabado su tratamiento porque su condena se acababa.

El líder de ‘Salvados’ hace una llamada a Celia Ruiz, miembro de la Federación de Asistencia a Mujeres Violadas y  una persona que puede verse directamente afectada por esa salida de prisión de algunos violadores. Celia cree las víctimas ”están en un grado de estrés muy perjudicial para ellas. No entienden qué ha sucedido como para que se deje a todas estas personas peligrosas en la calle de golpe”.

Asegura que los tratamientos de rehabilitación se hacen “exclusivamente para conseguir beneficios penitenciarios por parte de los presos, pero no porque tengan una voluntad de modificar esa conducta o de arrepentirse de esa conducta”. Y es que una forma de intentar esa conducta sería “el perdón de la víctima y nos consta que ninguno de los agresores que tuvimos en 30 años ha intentado mostrar el más mínimo arrepentimiento solicitando el perdón a la víctima”, explica.