En Alicante, los agentes persiguen a un hombre que ha salido corriendo ante su presencia. Se ha adentrado en un edificio.

Suben las escaleras y pronto encuentran al hombre tirado en el suelo. Es un camello habitual, y se encuentra bajo los efectos de las drogas.

Inspeccionan en los alrededores. Encuentran cuatro barras de hachís, que estaban ocultas en una caja de luz. Deducen que el hombre las haya escondido, para después darles uso de vente.

Lo cachean. De sus indumentarias requisan una navaja, dinero y un papel escrito, donde figura un número de teléfono, y un mote. Piensan que se trate de un camello o un cliente. El hombre se defiende diciendo que solo pretendía comprar sustancias.

En sus ropas encuentran también papel de aluminio, cuyo uso en estupefacientes se enfoca habitualmente al consumo de heroína.  Es decir, una manera con la que “fuman” la heroína.

El presunto camello reconoce haber fumando, pero niega que le pertenezca el hachís encontrad. Exclama que no es suyo y que no pretendía venderlo.