La cocina del Katay es uno de los lugares que le gustaría conocer a Chicote, después de probar sus platos. Allí conoce a los trabajadores asiáticos con los que no existe ninguna comunicación, por el problema del idioma. Giovanni comenta que se entienden “a gritos”. Chicote no se explica cómo han contratado a una persona con un idioma que no entiende.

Además, tiene la sensación de que a Baldo le da igual que haya venido a ayudarles. El socio asegura que él ha limpiado la cocina alguna vez. Lidia no está de acuerdo: “no puedes opinar de eso porque no estás siempre”, le dice a la chica.

Giovanni empieza a echarle en cara a Baldo que no hace nada. No hay división de funciones porque “lo hago todo yo, Alberto”. Desde la página web hasta la limpieza desde los baños. Baldo se cabrea porque dice que él ha sido el que ha hecho el trabajo.

Baldo también le echa en cara que Lidia ha cambiado con él, porque terminó una relación con una amiga suya. “He cambiado porque ahora puedo decir que eres un vago”. “Esta persona tiene una enfermedad. Es mentiroso compulsivo”.

Lidia explica que a Baldo le conoce porque era el novio de su mejor amiga y de ahí surgió la idea de crear el restaurante. Sin experiencia ni nada. Así, ha pasado de convertirse en un asiático a una “guardería”. “Faltan tres pelotas rojas corriendo por aquí y dos aros azules”.