Pesadilla en la cocina viaja esta semana a Alicante y visita
el Hot Beach, un negocio de magnífica ubicación en el puerto de Alicante, que
abrió hace tres años un veterano hostelero y su pareja. Su enorme variedad de
usos – restaurante al uso, local de eventos, chill out, discoteca… - le ha dado
amplitud de negocio pero también lo ha convertido en un lugar que abarca todo y
no abarca nada. Los fines de semana sobrevive con las despedidas de solteros y
demás eventos pero entre semana apenas tiene clientes. Además, a pesar de la
pretensión de elegancia y calidad que quieren que respire el restaurante nada
tiene que ver con la verdadera imagen que transmite.
Los empleados coinciden en que pocas cosas funcionan en el
Hot Beach. Los electrodomésticos apenas marchan bien, el cocinero es en
realidad albañil, los camareros no son profesionales y la pareja del dueño,
según sus trabajadores, no funciona como socia. A los gritos, las broncas y los
problemas entre ella y el resto de empleados se le suma la falta de organización,
además de unas asistentes diarias no invitadas que campan a sus anchas por el
local: las cucarachas.
Con estos ingredientes, no es de extrañar que una pareja que
ha decidido casarse y celebrar en el Hot Beach su día más especial, esté
completamente desesperada al certificar que su boda puede resultar un fiasco.