El hogar de los 14 aventureros trataba de una isla desierta con 8 km de agreste costa plagada de puntiagudas rocas, sometida a altas temperaturas tropicales en la estación más seca del año y cuyo interior es una selva cerrada compuesta por insectos venenosos e, incluso, arenas movedizas.

Los participantes se separaron en dos grupos nada más llegar a La Isla: unos se quedaron en un campamento improvisado en la selva, y otro grupo de exploradores avanzaron en busca de la playa, donde querían poner el campamento. La noche se les echaba encima y la tuvieron que vivir separados. No sólo fue el miedo a los insectos lo que no les dejaba dormir...

El hecho de no tener agua es algo que los aventureros no podían tolerar, por ello estuvieron varios días de expedición buscando agua dulce. Cuando la encontraron no se lo podían creer.

Las altas temperaturas hacían que las expediciones fuesen de lo más costosas. Aún así, los aventureros necesitaban comida. El hambre cada vez era mayor. Repasamos las comidas con las que más disfrutaron en su supervivencia:

Pero todo ello no habría sido posible si no hubiesen conseguido hacer fuego. Cuco fue el gran héroe del grupo cuando, gracias a su gran tenacidad, consiguió crearlo.

La salud es lo que más les preocupaba a los aventureros. Chus y Miguel tuvieron que abandonar al correr peligro, pero el gran susto se lo llevaron con Juan, el médico, quien recibió una picadura al entrar al agua que le dejó casi inconsciente...