Carlos Orquín / @corquinor

En el histórico de los resultados electorales al Parlament de Cataluña se puede observar que en la época dorada de Jordi Pujol al frente de Convergència i Unió, hasta en cuatro ocasiones su programa electoral sacó porcentajes de votos más altos que el de Junts pel Sí en 2015: concretamente un 46,80% de CiU en 1984, frente al 39,54% de hace dos años de la candidatura formada por PDeCat (heredero de CiU) junto con ERC e independientes.

Puigdemont incide en que las elecciones a las que se refiere, las del 27-S, fueron las que registraron la participación más alta en unos comicios catalanes para reforzar la legitimidad su idea. Y esto es cierto. Por eso, para ser más precisos, El Objetivo ha comparado el número de apoyos de las candidaturas en ambas convocatorias con el censo electoral de cada una, ya que así se puede observar el apoyo real en la sociedad (con derecho a voto) al programa y no solo el de los que participan en la votación. En esta ocasión, los resultados confirman que de nuevo Pujol en 1984 obtuvo un apoyo mayor a su programa —29,9%— que el de Puigdemont en 2015: 29,5%.

Comparativa de apoyo electoral

Más población, menos apoyo social

Entonces, ¿por qué el dirigente sostiene que el programa con el que él concurrió como nº4 de la lista en Girona y finalmente acabó siendo presidente es el que más apoyos ha tenido? La clave está en que Puigdemont se queda solo con la cifra absoluta. Es decir, el número de votos totales. Efectivamente, los 1.620.973 votos que tuvo Junts pel Sí en 2015 fueron los que más ha recibido una candidatura en unas elecciones al Parlament de Cataluña.

Pero no se puede argumentar este dato sin tener en cuenta que entre 1984 y 2015 en Cataluña aumentó la población 1.446.328 personas y por lo tanto también el censo electoral. Así, aunque en 1984 Pujol tuvo 1.347.037 papeletas, en teoría menos que en 2015, en ese momento, como hemos dicho, esos votos representaban más apoyo social de la población con respecto al total. A la vista de todo esto, la conclusión del argumento del expresident Puigdemont es ENGAÑOSA, pese a esgrimir parcialmente datos correctos.