Gracias a ‘El Objetivo’, nuestro Españolisto ha podido conocer un montón de leyes de nuestro ordenamiento jurídico que dan risa y vergüenza a partes iguales. Pero la que regula los indultos se lleva la palma. Existe en muchos países pero la de España más que una ley es un chiste, por algo al indulto también se le llama gracia. Verán que juerga.

Según esta ley, que tiene más de 140 años cualquier reo de cualquier delito puede recibir el perdón de toda su pena o de una parte de ella. Simplificando, para salir de la cárcel no siempre es necesario cumplir la condena que te imponga el juez. Hay más opciones. Cavar un agujero en la pared con una cucharilla de postre, es una. La otra es caerle bien al Gobierno de turno.

Porque resulta que, según esta ley, es el propio Gobierno en el Consejo de Ministros el que decide a quien le hace la gracia y a quien le hace la cusqui. O sea, a quien le concede el indulto y a quien no. Y luego lo firma el rey.

17.000 personas se han beneficiado de este tejemaneje en lo que va de democracia, más de una por día y eso que se supone que es una medida excepcional. El procedimiento es algo así: cualquiera que tenga una sentencia firme en su contra y Wi-Fi puede rellenar la solicitud de indulto en la web del Ministerio de Justicia. Después, se le piden informes al centro penitenciario, si lo hay al juzgado o tribunal que lo condenó y a la fiscalía para que valores si es conveniente o no darle el perdón.

Y por último, el Gobierno puede hacer caso a esos informes o envolverse el bocata con ellos. Porque da igual, todo da igual. La ley que regula el indulto en España está llena de salvedades y de excepciones. Tiene más agujeros que el Internet Explorer, de modo que deja en manos del Gobierno la decisión última de otorgarlo o no independientemente de lo que opinen los jueces. Y además no tiene por qué dar explicaciones de su decisión que repetimos, neutraliza la tomada previamente por un juez.

El indulto es algo completamente arbitrario y subjetivo y solo tiene dos interpretaciones posibles: Una, que los indultos en España son una clara injerencia del poder ejecutivo en el judicial. La otra es la misma pero menos fina.