Y es que "en un territorio donde existen los maños como Alfredo Landa no puede existir el fenómeno cultural de los metrosexuales. ¿De dónde han salido estos moñas?", se pregunta. Hombres que se cuidan, que llevan "más escote que Rocío Jurado", con "menos pelo que un azulejo" y que van a la moda con el "pantalón cagonero".

Los metrosexuales dicen que se cuidan y Leo Harlem se pregunta lo siguiente: "¿Qué pasa que yo no me cuido? Yo me como una morcilla de Brugos bien fritita y no me cuido. Por favoor".

Lo que tampoco le gusta de los metrosexuales es que son muy cotillas y a las pruebas se remite: "El otro día en el gimnasio me preguntaron si uso cremas. Les dije: ¿la sobrasada es crema? Pues un kilo a la semana. Y el alioli lo hago en hormigonera, como haya arroz me pongo hasta el culo, me lo unto hasta por el cuerpo".

Harlem está muy molesto con que los metrosexuales han cambiado la moda masculina y ya no puede comprar pantalones como antes que iba y se compraba el mismo modelo en varios colores, aunque él ya se olía algo: "Se veía venir cuando apareció el pantalón cagonero, escurrido que se ve todo el desfiladero de Pancorbo".

Al final, el cómico concluye que los metrosexuales no tienen culpa porque son víctimas. "Más sidra, más cabrales y menos metrosexuales".