Jewel era la principal atracción de su club y no era difícil entender el porqué, cuatro kilos por cada pecho llamaban mucho la atención. Sin embargo, estas joyas no eran naturales, Jewel se había sometido a un radical tratamiento quirúrgico que iba más allá del típico implante de pechos.

Los enormes pechos de Jewel eran un negocio redondo, pero con tantas sacudidas arriba y abajo sobre el escenario los pechos pesaban como sacos de arena. Así que entre número y número recuperaba fuerzas con un coctel de oxicodona y vodka para aliviar el dolor y cuando su espalda no podía más se tumbaba en la camilla invertida. Aquella noche el brebaje de vodka y analgésicos hizo demasiado bien su trabajo, se puso boca abajo y se vio enterrada bajo una avalancha de carne y se ahogó.