El amor, entendiendo su concepto más complejo, puede resultar en ocasiones sorprendente en las muchas formas existentes para expresarlo. Así lo debieron entender, al menos, los invitados más inesperados a una boda en la que, si todo pareció no salir según lo acordado, se profesó y repartió tanto o más amor que en otra ceremonia nupcial de similares características.

La historia comienza con Landon Borup y Quinn Duane, una aparentemente feliz pareja que contaba los días para confirmar su amor a través de una boda en la que había desembolsado más de 35.000 dólares (más de 31.000 euros).

En medio de un amplio y costoso abanico de preparativos, pareció acercársele la fecha demasiado rápido al novio, que pocos días antes de la ceremonia se echó para atrás, dejando a la joven prometida sin su deseado paseo hacia el altar y con mucho dinero invertido e imposible de recuperar.

"¿Qué hacer ante tal situación?", podría haber pensado la novia ante dicho imprevisto. Pero en medio de la confusión, la madre de Quinn, Kari Duane, tuvo una original y emotiva idea que pareció encantar a su hija.

El plan: mantener el banquete nupcial e invitar a una comida muy especial a familias sin hogar ni recursos que viven en difíciles condiciones por la zona. Así, a pocas horas de producirse el desastroso desenlace, la familia trató con centros de ayuda para repartir invitaciones entre personas en situación desfavorable con las que acudir a la boda; al menos, lo poco que quedaba de la misma.

Llegado el día, hasta 90 comensales aguardaban en el Citizen Hotel, uno de los complejos hoteleros más notables en calidad y servicio de Sacramento, para disfrutar de un verdadero festín en el que, por rara y hermosa que pareciera aquella estampa, los protagonistas acabaron siendo los padres, niños y ancianos que disfrutaron de una deliciosa y rebosante comida, y no los novios.

Pero aquella no fue la única y genial ocurrencia que tuvieron la progenitora de la novia y su familia, pues decidieron donar todo el dinero invertido para la decoración del salón donde iba a celebrarse la unión a un centro de mayores de la capital de California.

Por supuesto, el viaje de recién casados fue también bien aprovechado, pero esta vez a modo de 'capricho' personal. Madre e hija disfrutaron de una hermosa luna de miel en Centro América, destino donde la pareja iban a celebrar su amor. Unas merecidas vacaciones para ambas después de tal acto de generosidad y solidaridad.