No hay descanso para los hospitales de Conakry. Solo ocho días después de que se detectasen los primeros casos de Ébola en el sureste de Guinea, la epidemia ya ha llegado a la capital, donde hoy viven dos millones de personas.

Porque no existe vacuna ni tratamiento. La mortalidad del Ébola es del 90%, los esfuerzos se centran en paliar sus efectos como las fiebres y hemorragias. Aunque la verdadera pelea es contra el tiempo para evitar que la enfermedad continúe expandiéndose. De ello se ocupan más de treinta médicos voluntarios, coordinados por un español, Luis Encinas.

Porque la enfermedad es extremadamente contagiosa. Se transmite a través de cualquier fluido, incluido el sudor. De ahí la importancia de prevenir a la población. Las autoridades también han prohibido la venta de murciélagos, cuya carne se consume en Guinea, ya que el animal podría ser transmisor de la enfermedad.

La enfermedad ya ha puesto en alerta a toda la región y países como Senegal ya han anunciado el cierre de sus fronteras. Todo África occidental pide ahora ayuda a la comunidad internacional para ayudarle a contener esta mortal epidemia.