Qamar es una pequeña refugiada de solo 14 meses que tiene continuos fallos en su corazón y pulmones, lo que ha convertido sus visitas al hospital en algo continuo.

Su salud empeoró al llegar al campo de refugiados de Ritsona. Su casa es una tienda y vive en pocos metros cuadrados con sus padres y sus cuatro hermanos. Para calentarse tienen que encender hogueras, pero si Qamar respira el humo, se ahoga. Además el suelo del campamento es de tierra y todo está lleno de polvo.

"Cuando llegamos aquí mi familia empezó a sufrir más, no vinimos aquí para estar así", cuenta la madre de Qamar, que ve impotente como hasta un perfume puede afectar a su pequeña. Ocho voluntarios españoles conocieron a la familia cuando trabajaban en el campo y su caso les llegó al corazón. Ahora quieren lograr que Qamar venga a España a curarse, recogen firmas y han contactado con el gobierno central, pero el proceso es lento.

"Sabemos que es difícil traer a la familia aquí pero para casos vulnerables, por cuestiones humanitarias, sabemos que es posible", asegura la secretaria de la asociación Amigos de Ritsona. No será fácil pero no piensan desistir. Saben que cada día que pasa la llegada del invierno ponen en mayor riesgo la vida de Qamar.