Hay arqueólogos que se pasan la vida excavando sin éxito y van unos turistas en Vigo, miran en la basura, y se encuentran 600 piezas de hace más de 100.000 años. "Unos viandantes, afortunadamente, pudieron reconocer entre los escombros que aquellos eran materiales de interés arqueológico. Las mismas bolsas de escombros que estaban en la calle, se trajeron hasta el museo", explica José Ballesta, director del Museo Municipal de Vigo 'Quiñones de León'.

Por poco acaban en una escombrera, después de que la viuda de un coleccionista aficionado hiciese limpieza en el trastero. Imagínense a algún arqueólogo, dentro de 500 años, inspeccionado un antiguo vertedero y descubriendo herramientas del Paleolítico mezcladas con chips de ordenador, no entenderían nada.

Afortunadamente, el Museo Municipal de Vigo las tiene a buen recaudo. "Clasificaba cada una de sus piececitas, les ponía un esparadrapo para marcarlas con un número y las llevaba en un libro de registro. Es decir, mimó mucho su colección, lo que él no sabía que iba a acabar de esta manera", cuenta José Ballesta.

El arqueólogo aficionado era psiquiatra y ejerció muchos años en un Sanatorio de Toén, en Ourense, que actualmente está abandonado. De allí proceden muchos de los vestigios paleolíticos, pero también de Salamanca o de la frontera con Portugal.

La colección fue localizada en un saco de obra entre restos de hormigón y ladrillo. En A Guarda, en la desembocadura del río Miño, es donde el coleccionista recogió la mayor parte de las piezas.

Como pesos para pescar, que aún hoy en día siguen usándose en esta zona. "Una cuarcita que se talla para obtener el extremos apuntado y que probablemente se usaba para el marisqueo o para la madera", dice José Ballesta. En la actualidad, la ley impide guardar vestigios, se cometería un delito de expolio del patrimonio.