Cuando el toro se coló en el salón algo captó su atención: una cabeza de toro colgando de la pared. Parece no querer seguir entrando, media vuelta y furia desatada contra el recibidor. Desde fuera una veintena de personas tiran de la cuerda sin mucho éxito.

Ocurrió el pasado domingo pero en el pueblo siguen comentando la jugada. El pulso del videoaficionado refleja los nervios del momento. Finalmente ninguna persona resultó herida. Pequeños destrozos y susto para los que estaban en la casa, pero también para el toro tras ver cómo acaban muchos de los de su especie.