La hermana de José Antonio Picazo, se llamaba Andrea y un día hace cinco años su marido la mató en el pasillo. El propio José Antonio explica que "la ahogó con sus propias manos".

Desde entonces, José y la abuela se han encargado de sus dos hijos, que ahora tienen 16 y nueve años. Esto es lo que han cobrado como ayuda del estado: "Por no tener madre y tu hijo estar encerrado, te dan 72 euros al trimestre". Así lo relata José Antonio.

Hace cinco meses, tras mucho luchar, un tribunal les concedió una pensión de orfandad, hasta que la Seguridad Social se interpuso.

"Mi hermana no tenía 15 años cotizados, ni estaba en demanda de empleo; a mis sobrinos no les correspondía la pensión por orfandad", cuenta José Antonio.

Andrea no había trabajado 15 años porque a sus 40 llevaba toda la vida de maltrato psicológico, una circunstancia que no se tiene en cuenta, según la 'Fundación Mujeres', el 70% de las víctimas son madres y a sus hijos se les escatima la ayuda.

"Esta falta de reconocimiento automático de las pensiones enfrenta a familias con poquísimas ayudas a ver cómo encima recurren", afirma Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres.

Una proposión de ley acordó el pasado mayo aumentar las cuantías de las pensiones y no pedir un mínimo de cotización por la situación, a la espera de que el Congreso refrende la medida, los huérfanos de violencia machista penan.

"Ir a un psicólogo dependiendo de si los presupuestos salen o no salen...", declara José Antonio. Se les obliga a que seguir sumando el económico al desamparo inconmensurable de perder una madre.