Si van a la playa y se encuentran con una especie de flotador azulado, hay que tener cuidado porque es muy tóxico. Bajo este ser se esconden unos tentáculos que pueden superar los diez metros. A primera vista podría parecer una medusa, pero no lo es: se trata de una carabela portuguesa.

"Es una colonia de individuos que trabajan conjuntamente para la supervivencia de la colonia. Cada uno hace una tarea distinta", cuenta la bióloga marina Ana Gordillo. Se ha detectado un ejemplar en las playas de Altea, en Alicante, y han decidido colgar la bandera roja por precaución, ya que su picadura es venenosa.

"Se produce un dolor de picazón e incluso un poco de parálisis en la zona afectada, pero en ningun caso es mortal", detalla Gordillo. Los expertos insisten en este punto. Salvo en casos de personas vulnerables, no debería haber peligro, aunque los efectos pueden variar: "Puede haber dolor de cabeza, inflamación local importante, náuseas, vómitos, nerviosismo...", enumera Javier Botella, médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital la Fe.

La aparición de la Carabela Portuguesa se debe a los últimos temporales que la han arrastrado hasta la costa Mediterránea. La parte superior, parecida a una vela de barco, le permite recorrer los océanos impulsada por el viento; de ahí, el nombre de Carabela. Se recomienda no tocarla, incluso aunque estén muertas.

En el caso de sufrir una picadura, y según dice Botella: "Sería conveniente que se fuera a un hospital simplemente por observación, es probable que el dolor sea intenso y necesite tratamiento". Lo primero sería desprenderse de los tentáculos. Eso sí, sin tocar directamente la carabela para evitar el veneno.