La madre de una niña de 17 años llora desconsolada tras la violación que sufrió su hija por dos hombres: lo denunció ante un consejo local que impuso una ridícula multa, y como venganza, los violadores atacaron su casa y la mataron prendiéndole fuego. Sus familiares, que son víctimas, son quienes tienen que salir tapados en los medios por su seguridad.

En un hospital se debate entre la vida y la muerte otra chica de 17 años a la que violaron y después también prendieron fuego. Han detenido al sospechoso del ataque, pero ahí no acaba esta salvajada.

Hay un tercer caso de una niña de 14 años que sufrió una violación en grupo el viernes pasado: se ha saldado con seis detenidos. Y otro más, una niña de sólo 12 años violada por siete hombres de los que sólo han detenido a dos.

Estos son sólo los casos que se conocen, de nada han servido las recientes protestas y el endurecimiento de las penas para violadores, llegando a la pena de muerte cuando las víctimas sean menores de 12 años. Cada día se denuncia de media un centenar de violaciones en el país y cuatro de cada diez son contra menores. La violencia sexual contra mujeres y niñas allí es constante.