Ellos dirigieron la
investigación más dura de sus carreras: tenían una gran presión social y no
había ni una sola pista. Todos los Policías se implicaron en el caso como si
fuera algo personal:
"Una noche bajé a las tres de la mañana al
grupo de investigación. Había una funcionaria embarazada delante del ordenador;
le lloraban los ojos mientras veía las imágenes de cámaras sin parar. Le dije
que se fuera a casa y me contestó: 'Jefe, soy madre de una niña y esto tiene
que salir'", explica Alfonso José Fernández Díaz, jefe superior de la
Policía Nacional de Madrid.
Pero el número de
víctimas subía y la presión aumentaba. "La
gente nos criticaba en las redes sociales. Hubo políticos que publicaban en
Twitter: 'Que se hagan cargo verdaderos profesionales'", señala José Luis
Conde, jefe de la Brigada Provincial de la Policía Judicial.
Los agentes no podían consentir ni una agresión más, se creó un grupo con los mejores policías. Temían que actuara de nuevo y en uno de sus ataques terminara matando a una niña. La investigación dio un giro al saber que tenía una verruga.
La lista de 20 sospechosos se redujo a uno sólo, Antonio Ortiz. Se le hizo un seguimiento exhaustivo y las piezas empezaron a encajar. Se concretó su detención y el registro del piso donde llevaba a cabo sus abusos. "Yo nunca había visto un registro como el de esa casa. Se llevaron hasta las tuberías para buscar restos", afirma Conde.
Buscaban pistas
solventes para sentarlo en el banquillo. "Es
una pena que a los 62 salga, porque va a seguir haciendo lo mismo. Pero la
sentencia está muy bien con las leyes que hay", lamenta José Luis Conde. Una sentencia justa para
todos los implicados que condena a Ortiz a 70 años de prisión.