Cuando la joven "era repudiada por su marido regresaba al domicilio familiar y, entonces, su madre y su padrastro concertaban un nuevo enlace bajo la misma modalidad, obteniendo a cambio otra dote que les proporcionaba nuevos ingresos", según ha informado la Policía en una nota. Así, la actuación de la Policía ha impedido que la menor fuera forzada a contraer un nuevo matrimonio, al tiempo que ha hecho posible que tanto ella como su hijo reciban las medidas asistenciales y de protección necesarias.

La Policía Nacional tuvo conocimiento de los hechos a través de la propia víctima, que había viajado desde Rumanía en compañía de sus padres hasta Córdoba, donde, según manifestó la menor, iba a ser obligada por tercera vez a contraer matrimonio.Durante su estancia en dicha ciudad, había contactado a través de redes sociales con otros jóvenes de su misma nacionalidad que, tras conocer su situación, la habían animado a huir de sus padres y a poner los hechos en conocimiento de la Policía. Una vez en dependencias policiales, la víctima contó a los agentes que ya había sido obligada por sus padres a contraer matrimonio en otras dos ocasiones en su país de origen.

La primera vez, cuando contaba con 12 años, la obligaron a casarse con un hombre de 21 al que no conoció hasta el mismo día del enlace. El matrimonio se celebró por el conocido rito gitano y duró unos meses hasta que la niña fue "repudiada por su marido y tuvo que regresar al domicilio familiar". Posteriormente, sus padres presuntamente concertaron un nuevo matrimonio y la joven fue obligada a contraer nuevas nupcias con otro joven por el mismo rito, lo que de nuevo generó ingresos para la familia.

Cuatro meses después del enlace, y a pesar de estar embarazada, fue "nuevamente repudiada y regresó a la vivienda familiar", según informa la Policía. Una vez que la menor dio a luz, sus padres viajaron con ella y con su bebé a España y se instalaron en la ciudad de Córdoba, donde presuntamente estaban negociando la celebración de un tercer casamiento para la joven. Fue entonces cuando la joven contactó con otros adolescentes de su misma nacionalidad a través de diferentes redes sociales, los cuales la animaron a huir de sus padres y a poner los hechos en conocimiento de la Policía.

Conocida la situación de la joven y de su hijo, la rápida intervención de la Policía Nacional permitió la localización y detención de sus progenitores, lo que ha impedido que la misma fuera forzada a contraer matrimonio por tercera vez.La víctima y su hijo han recibido todas las medidas asistenciales y de protección que la legislación prevé para estos casos. Tanto a la madre como al padrastro se les imputan presuntos delitos de trata de seres humanos para la celebración de matrimonio forzado, en este caso de una menor, y malos tratos en el ámbito familiar.