La tripulación de Proactiva ha sido ovacionada al regresar a España después de haber sufrido amenazas de muerte de los guardacostas libios y la inmovilización del barco en Pozzallo. Tras descansar unas horas, la tripulación del Open Arms ha mantenido un encuentro con un psicólogo para procesar la dura experiencia. "Han parado a un barco, no a una organización y nos vamos a defender", explica Gerard Canals, jefe de coordinación de Proactiva.

En Italia permanecen el capitán y la jefa de misión a la espera de saber si la justicia italiana ratifica la acusación de tráfico de personas de la Fiscalía, un inaceptable insulto según su defensa. "Puede ser en un plazo de diez días desde que hemos recibido la primera comunicación", señala Anabel Montes, jefa de misión del Open Arms.

Sólo han recibido apoyo de la diplomacia española, el rechazo por parte de políticos italianos como el ultraderechista Salvini y el abandono total por parte de Bruselas. "Están utilizándonos como instrumento político y criminalizando nuestro trabajo", señala Montes.

Horas difíciles en Proactiva Open Arms ya que de confirmarse los cargos en su contra, su equipo podría enfrentarse a penas de entre cuatro y 12 años de cárcel.