En 1994, la hija de unos fruteros del mercado de Chengdu, China, desapareció. Los padres se dieron cuenta que su hija no estaba por los alrededores tras acabar el trabajo. Entonces, comenzaron a buscarla sin perder las fuerzas.

Los padres lucharon con fuerza y constancia durante 24 años hasta dar con ella. Así, empezaron a pegar carteles por todos los sitios de la pequeña y pusieron anuncios en la prensa e internet para encontrarla. Pero esta búsqueda no dio frutos.

El padre hace encontró empleo como taxista hace tres años y se le ocurrió la genial idea de que si conducía un taxi llegaría a más gente. También pegó en la cristalera que separa los asientos delanteros del taxi con los traseros, un cartel con información de su hija desaparecida, Qifeng. Como no tenía fotos actuales de ella decidió poner una de su otra hija.

La historia llegó a todo aquel que se subió a su taxi y comenzó a ser un tema de interés en los medios de comunicación. Fue entonces cuando la familia aprovechó la ocasión para seguir difundiendo la desaparición de su hija. Así, Wang repartió 17.000 panfletos y un dibujante de la Policía decidió hacer un retrato robot de cómo sería en la actualidad Qifeng.

El retrato se difundió por todo el país hasta que una mujer llamada Kang Ying se vio muy parecida a la mujer del retrato. Además, coincidían en la edad y tenían hasta la misma cicatriz en la frente. Todas estas coincidencias las confirmó una prueba de ADN, que demostró que Kang Ying en realidad era Qifeng.

Su padre Wang, recibió a su hija con estas palabras: "A partir de ahora, papá estará aquí, no necesitas preocuparte por nada, papá te ayudará".

De la vida de Kang Ying después de la desaparición sólo se sabe que fue adoptada y que vivía a 20 kilómetros de sus padres biológicos. Esta es una historia que terminó bien, pero se estima que en China miles de niños son raptados para poder darlos en adopción después.