Carrie DeKlyen, una mujer de 37 años de Michigan, recibió la noticia de que tenía un tumor cerebral agresivo y cancerígeno el pasado mes de abril, cuando la mujer acudió al médico por los fuertes dolores de cabeza que sufría.

Tras la noticia, los médicos le comunicaron que podía someterse a quimioterapia para tratar de alargar su vida de 10 a 15 años. Sin embargo, semanas después de este rayo de esperanza, la mujer confirmó que estaba embarazada y los doctores la informaron de que la quimioterapia podría dañar a su bebé y que no podía participar en el ensayo clínico a menos que terminara el embarazo.

Al conocer este impedimento, la mujer lo tuvo claro y eligió intentar dar a luz a su sexto hijo, según informa 'Mirror'. "Ella eligió tener al bebé, eso es lo que quería y yo la apoyaba", explica el marido a 'Detroit Free Press', donde añade "ahora nosotros podremos irnos a casa y ella al cielo".

En junio, cuando Carrie estaba embarazada de 19 semanas, sufrió una recaída que le hizo perder el conocimiento en la sala de urgencias del hospital. En ese momento, los médicos comunicaron que ya no había esperanza para la mujer, pero que se podía intentar salvar la vida del bebé.

La madre fue enganchada a tubos de alimentación y respiración mientras estaba en coma con el objetivo de que el bebé fuera ganando peso. Este proceso se alargó todo lo que se pudo, pero finalmente hubo que forzar el parto, que fue un éxito.

El bebé, que fue prematuro y nació con un peso de 500 gramos, se encuentra en buen estado y ganando peso. Su familia ha decidido llamarle 'life' (vida). Tras el parto, los doctores retiraron a Carrie los tubos de alimentación y respiración ya que no se podía hacer nada por su vida. La mujer murió un día después.