El Cambio climático está detrás del aumento generalizado de las temperaturas, también entre los viñedos de el Penedés, en Barcelona, donde provoca una maduración de la uva más rápida de lo habitual. "De media se avanza unos diez días. El hecho de que llegue a una madurez no significa que sea la madurez óptima", asegura Albert Escofet, responsable de los viñedos del Penedés, de Bodegas Torres.

Ni el sabor ni el color son los adecuados. Por ello, el sector vitivinícola se ve obligado a buscar nuevos terrenos de cultivo más al norte, como los de Tremp, en Lleida, a más de 900 metros de altitud. Los días soleados y las noches frescas garantizan una buena maduración. "Tenemos que buscar zonas de más altitud. Con la altitud bajan las temperaturas y hay que tratar de prever un poco el futuro", explica Miguel Torres, presidente de Bodegas Torres.

En los últimos 40 años, en la zona del Penedés, conocido por sus vinos y cavas, la temperatura media ha ascendido un grado. Las lluvias también son más escasas, pero los efectos negativos del cambio climático no sólo se manifiestan en la viña. Por otro lado, en Tarragona, en el Delta del Ebro, las peores previsiones auguran que para 2050 la mitad del territorio podría quedar por debajo del nivel del mar si no se toman medidas.

Los científicos barajan una subida del nivel del mar de hasta un metro para finales de este siglo. "Tenemos, por lo tanto, riesgo de desaparición física, ya está pasando de marismas protegidas y también de arrozales", cuenta Carles Ibáñez, investigador del IRTA.

El hundimiento del Delta y el avance del mar ya está perjudicando a los regantes: "Hay tres problemas básicos: el aumento de consumo energético por el bombeo, el aumento de la salinización del terreno y la pérdida física de terrenos de cultivo", recuerda Javier Curto, vicepresidente de la Comunidad de Regantes de la Izquierda del Ebro. Es urgente construir diques y acumular más sedimentos. De ello depende la supervivencia del Delta.