En la playa de la Barceloneta están hartos de los turistas incívicos, y es que según cuenta una vecina, "mandan ellos, mean en la calle, cagan, hacen el amor... hacen de todo".

A las borracheras en la calle, las acompaña un ruido que hace imposible conciliar el sueño. "La gente que no vive aquí a veces no lo entiende pero es así", protestan los vecinos.

En los últimos tres años, el turismo de borrachera y pisos de alquiler se han instalado en el barrio, paradójicamente, como un vecino más. La ecuación es simple: "Un piso turístico, un vecino a la calle".

Y para frenar el éxodo de los residentes, los vecinos han vuelto a revindicar su consigna de que un barrio que pierde vecinos y gana turistas está al borde del colapso. "Está en peligro de extinción. En algún momento u otro esto va a estallar", cuentan.

En el otro lado están los turistas, quienes creen que debe haber un equilibrio. "Trabajé todo el año para venir de vacaciones y creo que ellos viven de nosotros", dice uno de ellos, mientras que otros reivindican que "hay muchos turistas que beben o hacen fiestas, pero no todos".

La concentración llega tras los ataques a los autobuses turísticos de Barcelona. Y afirman que regular el turismo y pedir respeto no tiene por qué amargar las vacaciones a nadie.