Rosa y Alberto, agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, reconocieron haber participado en el crimen de Pedro, un compañero del cuerpo. Sin embargo, los dos aseguraron ante el juez que lo hicieron como encubridores. Rosa explicó que fue Alberto el que lo asesinó.

"Alberto llegó a mi casa y me pidió que me fuera al piso de arriba con mis hijas. Después, mató a Pedro y me amenazó", afirmó Rosa en su declaración. Según cuenta, lo llevaron al pantano de Foix. Allí introdujeron el cadáver de Pedro en su propio coche y le prendieron fuego.

Ella asegura que colaboró porque estaba aterrada: "Alberto me pidió que lo ayudara. Si no, haría que mis hijas se ahogaran en su propio vómito". Sin embargo, la declaración de Rosa se contradice con la de Alberto: "Rosa me llamó pidiéndome ayuda. Me dijo que había matado a Pedro. Cuando llegué a la casa, el cuerpo de Pedro ya estaba en el maletero del coche".

Declaraciones contradictorias en las que ambos quieren ser encubridores. De esta forma evitarían una condena de asesinato y asumirían la de encubrimiento, con una pena de hasta tres años de prisión.