Los investigadores se esfuerzan en conocer el móvil de Ana Julia Quezada. La primera gran hipótesis es el odio: Gabriel Cruz sería un obstáculo para los intereses de su presunta asesina; ya sea porque su relación no era buena o porque mantenía el pequeño mantenía unidos a su padre, Ángel Cruz, y su exesposa, Patricia Ramírez.

Tampoco se descarta el móvil económico. La familia de Gabriel ofreció hasta 10.000 euros por una pista sobre el paradero del niño y fue la propia Ana Julia quien intentó convencerles de que subieran la recompensa hasta los 30.000 euros. Su insistencia hace sospechar a los agentes al frente de la investigación.

Se desconoce también si la presunta asesina actuó acompañada. Si contó con la ayuda de algún cómplice. El testimonio de la abuela de Gabriel apunta que sí: asegura que estaba con Ana Julia cuando el niño desapareció y que, desde que Gabriel salió de su casa hasta que lo hizo la presunta asesina, pasaron 10 minutos.

De confirmarse esta versión, alguien habría tenido que llevárselo. Pero la Guardia Civil cree que la abuela puede tener un recuerdo distorsionado de ese espacio de tiempo.

Además, hay otro detalle que apoya la teoría de un posible cómplice: ¿pudo sacar ella sola el cadáver y meterlo en el maletero sin ayuda? Algunos investigadores al frente del caso lo dudan.

La furgoneta blanca que algunos vecinos dijeron ver el día de la desaparición es otra de las incógnitas que rodean la investigación. ¿Era de un supuesto cómplice? ¿La confundieron con uno de los coches que usa la familia?

Tampoco hay evidencias claras de dónde ha estado el cuerpo. Hay dos opciones: que la presunta autora lo dejara en el mismo sitio desde el principio o que lo hubiera movido más veces para evitar que lo encontraran los rastreadores. Lo único claro es que ese último movimiento de este pasado domingo ha sido su perdición.