Un vendedor ambulante sin licencia pone hielo a un vaso con la mano en una calle cercana a la playa de la Barceloneta. Con la mano del hielo recupera el cigarro y sigue con su labor. Un trabajo muy duro a juzgar por el sudor de su espalda.

Saca la botella del preparado y cuando todos los vasos están rellenos, introduce una pajita, hierbabuena de la bolsa de plástico y a vender el mojito sin licencia. ¿Qué puede salir mal? "Sin licencia qué quiere decir, ¿qué a lo mejor el alcohol es malo o algo así?, pregunta una bañista. Que lo menos malo que hay en el vaso es el alcohol.

Puede parecer una venganza porque usted está en la playa con un mojito y nosotros en una oficina. Pero lo dicen los técnicos de laboratorio: una bebida contaminada, expuesta a altas temperatura, puede ser una 'fiesta'. "Pues claro que va a ocurrir una fiesta de la bacteria, va a crecernos a lo bestia", asegura el adjunto de director del laboratorio Microbac, Pablo Morales.

Diarreas, vómitos y malestar como el que produce la sola visión del coche en el que detenidos por venta ambulante en la playa de Marbella transportaban la mercancía.

"Cerveza, gazpacho, todo el que pasa por aquí le compro", dice un hombre en la playa de El Palmar. Cucuruchos de camarones, ilegales, su vendedor dice que la Policía: "Hace la vista gorda". Los traen de la lonja de San Fernando, congelados, y se sacan un sueldo diario. "100 o 150 euros al día, ni un abogado saca eso", confirma el vendedor.

Sin embargo, en Sanxenxo, los barquillos de Jose sí son legales. Desde hace 33 años fabrica 2.500 diarios en el bajo de una casa. A 50 céntimos la mimada oblea para la que Jose exige el mismo cuidado qué el le da.