El negro del carbón tiñe la arena de la Playa de San Lorenzo en Gijón y los operarios intentan limpiarlo con palas y maquinaria pesada: hay montones enormes.

Son los restos de un naufragio, 32 años después: el del buque 'Castillo de Salas', que se hundió en el Cantábrico con 100.000 toneladas de carbón que traía de Estados Unidos. El ancla del barco se rompió en el 1986 y encalló a 800 metros del cerro de Santa Catalina. Intentaron reflotarlo sin éxito.

Una catástrofe difícil de olvidar porque los granos diminutos de carbón se quedaron bajo la arena y con cada temporal, las manchas vuelven. "El oleaje lo remueve, lo transporta a la playa y las condiciones de calma hace que se tape con sedimento natural", explica Germán Flor, geólogo.

Ocurrió en el 2000 y prácticamente cada año: el impacto visual es brutal, pero no contamina. La única forma de quitarlo sería un ciclonado de toda la arena y calculan décadas hasta que se desaparezca.