El acusado por el inhumano crimen de la pequeña Yuliana se ha librado, por los pelos, de un linchamiento. Palos, piedras e insultos volaban a su tumultuosa salida de la clínica, ya recuperado de su sobredosis de cocaína y alcohol, de camino a los juzgados.

Su destino ahora: la cárcel Modelo de Bogotá, a la espera de juicio tras siete horas de declaración en las que ha negado todos los cargos, esos ante los que él mismo se estremecía todavía en el hospital.

Mientras declaraba, los investigadores seguían acumulando pruebas en una escena del crimen que describen como "atroz".

Las sospechas se extienden a dos hermanos del arquitecto, llamados a declarar. El fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez, les acusa de "intentar obstruir la investigación".

Podrían haberle ayudado, por ejemplo, a lavar el cuerpo de Yuliana para intentar ocultar la violación. Un crimen que, además, según la Fiscalía, no sería el primero que este adinerado arquitecto comete. Siempre contra niños de barrios humildes.