A Simon, el conejo, lo hallaron muerto en el aeropuerto internacional O'Hare de Chicago y sus propietarios pidieron entonces una investigación independiente sobre las causas.

Los dueños, unos empresarios de Iowa que acababan de comprar el animal por 2.300 dólares a un criador del Reino Unido, aseguran que un veterinario examinó a Simon antes del vuelo y lo encontró "en buen estado físico para volar".

Los empresarios tenían intención de exhibir el conejo, que tenía 10 meses de vida, en una feria estatal e inscribirlo en un concurso de conejos gigantes.

En su demanda acusan a United de trato negligente con Simon y de quemar sus restos para eliminar las pruebas de las causas de la muerte.

Aseguran que United es responsable de un tercio de todos los animales muertos a manos de aerolíneas en Estados Unidos en los últimos cinco años.

El abogado de los empresarios, Guy Cook, dijo que sus clientes no esperan sacar ningún provecho económico de la demanda y que donarán una eventual indemnización a una fundación.