Stephanie Parker tiene 33 años y lleva luchando desde los 29 contra la esclerodermia, una enfermedad que afecta a la piel y a los órganos internos, según publica 'New York Post'.

Los doctores le dieron tres años de vida. A pesar de que su estado ha empeorado, ella quiere continuar luchando y asegura que su deseo es "pasar cada segundo con sus hijos". Los médicos le sugirieron que cambiara de tratamiento, pero desde su seguro se negaron a costear la quimioterapia y le ofrecieron unas pastillas para el suicidio asistido por algo más de un dólar.

Stephanie asegura que se quedó boquiabierta y que no dudó en denunciar el caso ante los medios. Unos meses después, el tratamiento fue aprobado y según publicó la joven en su Facebook, estaba recibiendo la quimioterapia.

En California, donde reside Parker, el suicidio asistido entró en vigor el 9 de junio y según la joven, para la gente es preferible recibir ayuda médica para morir que una vida dolorosa. Pero ella asegura que va a luchar hasta que llegue el final. "Quiero que mis hijos vean que la muerte es parte de la vida", añade.

El director del Departamento de Comunicación de 'Compassion and Choices', organización comprometida con la mejora de la información y la aplicación de la eutanasia, asegura que están "con el corazón roto por Stephanie" y considera que al igual que "los pacientes pueden negarse a recibir la atención médica, los doctores no deben ser los asesinos, sino los sanadores".