Jesús Hernández es el exorcista oficial de Valladolid. Descrito por quienes le conocen como un hombre bueno y profesional, está en el punto de mira tras uno de sus últimos trabajos: practicarle en un convento de Valladolid 13 exorcismos a una menor bajo petición de sus padres.

Pero el demonio tenía nombre médico: anorexia. Y ahora, un juzgado de Burgos investiga el caso. Porque la menor, tratada por psiquiatras y médicos antes que por el exorcista, intentó suicidarse tirándose desde un tercer piso. Sufrió lesiones graves en columna vertebral, muñecas y tobillo que la han dejado en silla de ruedas.

Seis tíos de la chica han denunciado a los padres por la presunta comisión de delitos de lesiones graves, trato degradante e inducción al suicidio. Según la abogada de la familia, "habría que investigar si tienen el derecho a meter a los hijos en la fe que ellos procesan. Pero la menor tiene derecho a elegir su propia vida". Acudir a un exorcista fue la gota que colmó el vaso.

El arzobisparo de Burgos admite los exorcismos en un comunicado oficial, pero los desvincula del intento de suicidio: "El intento de suicidio de la joven no ha sido consecuencia de los exorcismos practicados. (...) Según declaraciones de los padres de la joven, la decisión de llevar a su hija a un exorcista de Valladolid fue bastante posterior a su intento de suicidio".

Y recuerda que los exorcismos son prácticas habituales a los que tienen derecho los fieles. Los padres de la joven declararán en enero. Mientras, ella está internada en un centro de menores de la Junta de Castilla y León.