Era julio de 2012 y la
pareja, Charlie Craig y David Mullins, acudió a una pequeña pastelería llamada
Masterpiece Cakeshop en Lakewood (Colorado) para encargar su pastel nupcial.
"Estábamos muy ilusionados, teníamos que solucionar miles de detalles para
finalizar la boda, pero ese día en particular era muy especial porque la madre
de Charlie estaba en la ciudad, ella no vive en Colorado, y era su forma de
participar en la preparación de la boda", contó David en una entrevista.
Llegaron a la
pastelería, entraron y Charlie se abrió paso entre los altos pasteles con una
carpeta llena de recortes y papeles en los que había apuntado diferentes ideas
para su tarta. "No tuvimos la oportunidad siquiera de abrir esa carpeta.
En cuanto nos sentamos con el dueño, preguntó para quién era la tarta y, al
decir que era para nosotros, nos dijo inmediatamente que no iba a hacer una
tarta para una pareja gay", narró David, mientras sostenía con fuerza de
la mano a su marido.
"Hubo -añadió- un
largo silencio, nos quedamos hundidos, nos habían avergonzado y humillado.
Rápidamente nos recompusimos y salimos". Una vez fuera de la tienda, la
pareja y la madre de Charlie, Debbie Munn, se metieron en el coche, totalmente
sorprendidos sin poder creer aún que un negocio les hubiera rechazado por su
orientación sexual.
"Estábamos en el
coche -narró Debbie-, yo sentada en la parte de atrás, justo detrás de Charlie
y, entonces, me di cuenta de que le temblaban los hombros y miré y me di cuenta
de que estaba llorando. Como padre, quieres proteger a tu hijo, especialmente
durante su boda, y lo último que esperas es ese acto de discriminación".
La breve conversación
dentro de la tienda dio lugar a una fuerte batalla legal entre la pareja, que
lucha por la igualdad de derechos, y el cocinero, Jack Phillips, quien
argumenta que cocinar para homosexuales va contra sus creencias religiosas
porque, como cristiano, rechaza el matrimonio gay.
En documentos entregados
al Tribunal Supremo, Phillips no se describe como un "pastelero",
sino como un "artista de tartas". De esa forma, argumenta que sus
pasteles son una forma de expresión artística y que, por tanto, cocinar para
gais atenta no solo contra su libertad religiosa, sino también contra su
libertad de expresión.
Tras el incidente en la
pastelería, la pareja demandó por discriminación al cocinero ante la Comisión
de los Derecho Civiles de Colorado. Ganaron y un tribunal del mismo estado
avaló el fallo en 2015, pero el artesano siguió recurriendo y el caso
finalmente llegó en junio al Tribunal Supremo. "No se trata de tartas y
bodas, se trata del acceso básico a la vida pública. Si perdemos ante el
Tribunal Supremo, eso puede abrir la puerta a muchas formas de discriminación
que han estado prohibidas durante mucho tiempo en nuestra sociedad, contra los
afroamericanos, contra las madres solteras", subrayó David.
En la práctica, la
decisión del Tribunal Supremo impactará en todas las entidades de Estados
Unidos -38 estados y más de cien gobiernos locales- que han aprobado leyes para
prohibir la discriminación por razones de orientación sexual en lugares
públicos. Además, para las dos partes, el caso supone una reapertura del debate
sobre el matrimonio entre homosexuales, que el Tribunal Supremo legalizó en
todo Estados Unidos en junio de 2015.
Hasta entonces, las
parejas del mismo sexo debían casarse en estados que permitieran ese tipo de
uniones y, en ningún caso, el Gobierno les reconocía como matrimonio. Es la
historia de Charlie y David, que se casaron en 2012 Massachusetts y, luego,
celebraron su boda en Colorado, donde las uniones gays aún no eran legales.
Desde que el Tribunal
Supremo legalizara en 2015 el matrimonio gay, diferentes floristas, cocineros o
fotógrafos se han negado a prestar servicios a parejas del mismo sexo y han
desafiado así la idea de que la legalización del matrimonio gay implica que no
se puede discriminar a los miembros de ese tipo de uniones.
"Al principio
-cuenta Charlie- pensamos que estábamos haciendo esto por nosotros, por
nuestros derechos, pero según ha avanzado el viaje, hemos escuchado tantas
historias de discriminación. Y por eso, estamos hoy aquí en el Tribunal
Supremo, para asegurarnos de que nadie tiene que volver a pasar por lo que
nosotros pasamos".