Iker llega al Congreso
con un objetivo: "Quiero que no haya ningún niño sin terapia". Al cumplir los seis años
ha perdido las terapias de atención temprana que recibía, como explica su
madre: "Iker me preguntó por qué no iba este años a parapléjicos si aún no
andaba o saltaba, y qué le respondes".
Una terapia ocupacional
o hidroterapia que vale 1.000 euros y que ahora tienen que pagar de su bolsillo. Su caso no es el único,
Mara Beller, de la plataforma Ningún Niño Sin Terapia explica su situación: "Soy
mamá de un niño con autismo y a los seis años nos retiran las ayudas públicas".
Hace unos meses, Iker
consiguió una oleada de donaciones para investigar la enfermedad rara de su
amigo Pepe. Ahora espera que los políticos respalden su reivindicación y la de
miles de familias en su misma situación.