La joven catalana, afincada en Huesca, había denunciado recientemente amenazas de sectores animalistas por su labor de difusión de la caza, y se había convertido en un referente de esta práctica por su labor en las redes.

Fue hallada muerta en una finca de Huesca después de haberse puesto en contacto con sus amigos y familiares para despedirse antes de realizar el fatal acto. La noticia ha conmocionado el mundo de la caza y, pese a la campaña en su contra y las amenazas recibidas, sus familiares insisten en que tomó esta decisión por problemas personales y "no tiene nada que ver con el acoso sufrido" por su práctica.

Mel era bloguera en la revista Jara y Sedal, que recogió la noticia del fatal desenlace. Tras la noticia de su muerte, muchos dieron su pésame, pero otros muchos aprovecharon para mandar mensajes con insultos y vejaciones hacia la joven fallecida.

Mel Capitán, nacida en Badalona (Barcelona), se había convertido en una de las caras más conocidas de la caza y comenzó a ganar popularidad entre los cazadores en las redes sociales, desde donde defendió esta actividad durante años.

Además, fue una activista muy comprometida con la promoción de la caza entre las mujeres y los jóvenes en general, participando en diferentes asociaciones e incluso en la estructura de la Oficina Nacional de la Caza.