Crece a un ritmo de un centímetro por hora, y ya ha rebasado los 5,60 metros. El Sena tiene en vilo a los parisinos, que ven cómo orillas y parques ya han sucumbido a las aguas. El tráfico fluvial y ferroviario ha sido suspendido y el Louvre ha sido cerrado parcialmente. El gabinete de crisis que monitoriza el Sena es consciente de que el caudal puede subir hasta los seis metros. Ahora mismo está a sólo diez centímetros de la marca registrada en la última gran crecida, la de 2016.

Aunque lejos de los 8,62 metros que alcanzó en 1910, cuando anegó estaciones de tren y obligó a construir pasarelas de madera en las calles sumergidas. La peor inundación en París es recordada con un marcador en el muro de piedra. Las lluvias torrenciales mantienen en alerta naranja 14 departamentos galos. Especialmente, preocupa la cuenca del Sena. Cerca de 400 personas han sido evacuadas y más de 14.000 hogares se han quedado sin electricidad.