De los cinco heridos que cayeron por una azotea en Sitges, se teme por la vida de uno de ellos. Dos continúan en estado muy graves y otros dos menos graves. Se estaban haciendo un selfie cuando cedió la barandilla.

La fiebre de los selfies ya está empezando a resultar  peligrosa. Hace tres días, sin ir más lejos, una pareja de polacos se precipitó al vacío cuando se iban a hacer un autorretrato en un acantilado en Portugal ante la mirada horrorizada de sus hijos pequeños.

Fotos al límite, y el límite siempre tiene peligro. Eso es lo que ha llevado a un joven fotógrafo ruso a subirse a lo más alto de los rascacielos de Moscú. Visto desde fuera no se ve tan divertido aunque ya le están saliendo imitadores.

El riesgo: un ingrediente cada vez más habitual para conseguir más viralidad. Selfies rozando un tren en un parque de atracciones que casi le cuesta la vida a un joven. Selfies temerarias, y hasta de mal gusto, como la que se hizo una joven posando, mientras, a sus espaldas, ardían cientos de casas del Cerro de Valparaíso.

Selfies cuando se acaba de caer tu avión y aún no sabes si saldrás con vida en caída libre, sea desde un globo, o una cascada, o en plena pirueta, en el vientre de una  ola, u otro clásico, con animales  peligrosos o aparentmente no tan peligrosos. Un joven se la juega en Tejas corriendo delante de los toros.

Grabarlo todo y en situaciones que no procede puede salir muy caro aunque la obsesión de las redes hace que unas jóvenes iraníes se lancen "al selfismo" minutos después de un grave accidente.

Se buscan emociones fuertes a cualquier precio y cada vez se llega más lejos, incluso a la estratosfera aunque por increíble que parezca el primer hombre que voló a la velocidad del sonido, hace dos años no se hizo su selfie en plena locura.