Detrás de un hombre armado con una motosierra y un cuchillo subido a unas bombonas de butano en una gasolinera de Girona tiene que haber una buena historia. La de Fernando empieza en un bar, pasada la una de la mañana. Se pide un Gin tonic, pero solo se bebe la mitad. "Empezó a entrar y salir del local", cuenta Agustí, el camarero que atendió al protagonista.

"Él solo iba hablando y colocando taburetes en su sitio", continúa Agustí: que no deja de observarle atónito. Invita a Fernando a irse del local y acaba llamando a la Policía. Cogió un taburete, lo lanzó para despistar y salió hacia su coche en la gasolinera", añade el camarero. La Policía encuentra a Fernando atrincherado dentro de su vehículo en dicho establecimiento, y le piden que salga.

"Se puso hecho una fiera", afirma Andrés Sánchez, trabajador de la gasolinera donde tuvo lugar el incidente. En un descuido, según afirma el empleado, "sacó la motosierra y la arrancó dentro del coche". Se piden refuerzos a los Mossos mientras Fernando sale del coche. Los agentes actúan con la calma y parsimonia, cuentan, de saber que no está del todo consciente, y que la hora y el lugar mantienen alejado el peligro de la población.

Fernando está sufriendo un brote psicótico. El atacante sufre trastorno bipolar, no se ha tomado su medicación y está teniendo una crisis. "Hasta las cuatro de la mañana por aquí dando por saco, hasta que un Mosso d'Esquadra dijo: 'Da igual, vamos a por él'", sigue explicando Andrés. Fernando, un español de 39 años, es finalmente detenido y trasladado al hospital de Palamós. De ahí fue enviado al psiquiátrico. Cuando reciba el alta, el juez le llamará a declarar.