Francisca mira la foto de uno de sus hijos y trata de imaginarse cómo era el bebé que en 1957 perdió en la clínica Sanjurjo de Valencia. "Me lo quitaron de las manos y se lo llevaron", asegura.

Doce horas después de nacer le dijeron que había muerto, pero los papeles de defunción, registro o del parto han desaparecido.

La lucha por encontrarle ha marcado los pasos de esta familia los últimos tres años. Denunciaron su caso, pero la justicia española archivó su caso.

Antonio Iniesta, hijo de Francisca, denuncia que la justicia "hace oídos sordos y mira hacia otro lado". Así que han tenido que presentar su querella en Argentina junto a otras mil víctimas.

La jueza que lleva el caso les ha dado esperanzas. Ellos se conforman con que la justicia les reconozca como víctimas, pero pueden conseguir algo más. La justicia universal podría meter entre rejas a los culpables, pero además, podría facilitar reencuentros entre padres e hijos.

Mientras, Francisca espera a que alguien le permita conocer a su primer hijo.