Cada mañana en Sib, Serbia, frontera con Croacia, unas 200 personas desayunan lo que les puede dar la asociación asturiana No name Kitchen.

"Llegué en un momento crítico, llevo atrapado en Serbia unos ocho o nueve meses", explica Agman, un refugiado sirio de 23 años. Said, otro refugiado, añade que ha intentado cruzar a Croacia pero lo han deportado en numerosas ocasiones.

Como ellos, son miles los refugiados los que no han sido acogidos y todavía luchan por buscar una oportunidad. Somaia huyó de la guerra de Siria y ahora vive en un antiguo hotel ocupado en Grecia. "Europa es una gran mentira", confiesa.

Aisar y Rania son refugiados sirios, mandaron a su hijo de 16 años a Europa para poder conseguir una reunificación familiar pero no lo han conseguido. "Cuando lo envié no sabía que pasaba en el mar, que las embarcaciones se hundían", comenta Aisar, a lo que Rania añade que su vida se complicó más cuando llegaron a Turquía.

No todo son malas experiencias, la vida para los que han sido acogidos ha cambiado por completo. La familia de Mohamed, un refugiado sirio, reside en Málaga donde están integrados. Todos los días acuden a clases de español y se encuentran en búsqueda de trabajo.

Otro testimonio de la existencia del sueño de Europa lo representa Michelle, una libanesa que llegó a Málaga junto a sus cuatro hijos. "Estoy mejorando mi idioma para tener oportunidades", confiesa.

España está a la cola entre los países de la Unión Europea en este tema, es uno de los que más ha incumplido su cuota de refugiados. Las organizaciones continúan reclamando que se cumpla con lo prometido y no sólo eso, también que una vez llegados a España se les ofrezcan garantías para poder empezar su nueva vida.