"Tengo un sueño. Que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación que no les juzgará por el color de su piel". Era la reivindicación de Martin Luther King: una sociedad sin barreras raciales. Su sueño está todavía lejos de cumplirse 50 años después de su asesinato. Se ve en las calles, en los refugios y en los comedores sociales. Ser negro en Estados Unidos significa tener el triple de probabilidades de ser pobre que si eres blanco, y el doble de estar en el paro.

Donde más se nota la discriminación es en las cárceles. Los afroamericanos tienen cinco veces más posibilidades de acabar entre rejas, y el triple de morir a manos de la policía. Es lo que denuncia el movimiento 'Black Lives Matter' ('Las vidas negras importan'). El 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King coincide con las protestas por la muerte de dos jóvenes negros en Sacramento y en Nueva York por disparos de la policía. Ambos iban desarmados.

En los últimos meses hemos vuelto a ver imágenes que recuerdan a los tiempos más oscuros. Esto es, al Ku Klux Klan y al linchamiento de ciudadanos negros. Los líderes afroacericanos lo vinculan a la llegada al poder de Trump por sus vínculos con la exterma derecha racista. "Trump les ha dado voz y ha creado un clima en el que nos les da miedo sacar la cabeza", ha denunciado Lynn Brown, activista por los derechos civiles. Ponen como ejemplo los disturbios del año pasado en Virginia entre manifestantes esclavistas y defensores de los derechos de los negros.

Trump puso a unos y a otros al mismo nivel, pese a que fue un supremacista el que arrolló con su coche a quienes se manifestaban contra los esclavistas. Un ejemplo, según dicen quienes lucharon por los derechos civiles, de que no pueden bajar la guardia. "50 años después, nos queda trabajo por hacer", ha asumido John Lewis, congresista y activista por los derechos civiles. No están dispuestos a volver atrás. Si algo aprendieron de Martin Luther King fue a resistir y a seguir avanzando.