Un niño libio aparece varado en los canales frente al Europarlamento. Un par de hombres, solos, tratan de salvarlo, para acabar enterrándolo. Es una representación del día a día de pescadores como el tunecino Chamsedine Marzoug: "He enterrado a más de 400".

Migrantes que se enredan en sus aparejos y a los que él mismo amortaja y entierra: "Los trato como a mi familia. Sin distinguir religión ni color". En ausencia de las autoridades y con cada vez menos ONG en el Mediterráneo.

"Esta es la foto de un niño de cinco años ¿qué había hecho para merecer esto?": Es la denuncia con la que este humilde pescador ha querido remover la conciencia de la UE, vergonzosamente pasiva ante un mar, el Mediterráneo, que sigue llenándose de muertos.