Tres semanas separan la imagen de Ethan sin poder apenas caminar y la del pequeño jugando al fútbol. Un trastorno neuronal retorcía sus piernas bloqueándole el movimiento.

"Se arrastraba para caminar, no daba un paso, iba en silla de ruedas", explica el padre del niño. Así que imagínense lo que ha supuesto dejar la silla de ruedas para pasar a hacer quiebros con el balón.

Once horas de una compleja intervención quirúrgica para colocarle dos electrodos en el cerebro. Una estimulación cerebral empleada en el tratamiento del Parkinson que le ha cambiado la vida.

En septiembre volverá al quirófano, esta vez, para mejorar la movilidad de sus manos.