Marta es una mujer con discapacidad intelectual que dice haber sido víctima de violencia machista: "Mi novio me controlaba, me pegaba, me retorcía la muñeca. Al principio no me creía lo que me estaba pasando. Si a él no le iba bien en el trabajo lo pagaba conmigo". Ella no denunció por lástima y regresó con él por falta de autoestima: "¿Quién va a querer a una muchacha con este problema?".

No son las únicas barreras que encuentran las personas discapacitadas cuando denuncian abusos, sobre todo las de discapacidad intelectual. "La persona con discapacidad intelectual lo pasa especialmente mal en un interrogatorio", señala Jacobo Cendra, abogado de la Unidad de Atención a Víctimas con Discapacidad.

La Unidad de Atención para Víctimas con Discapacidad Intelectual dispone en Madrid de una sala parecida a las de los interrogatorios policiales. Facilitadores ayudan a las víctimas relatar qué les ocurrió a través de juegos o ejercicios. "Con los apoyos que la persona necesita se consigue que la denunciante cuente las cosas de la mejor manera posible", explica Patricia Sanjorge, facilitadora de la Unidad de Atención a Víctimas con Discapacidad.

Esta unidad atendió a la hija de 13 años de una mujer que cuenta los abusos sexuales a los que fue sometida: "Mi hija me dijo que había tenido relaciones sexuales con el vigilante jurado de la urbanización. Una de las cosas que más le preocupa a ella es que si la pueden culpar si le sueltan. Yo le digo a ella que lo mas importante es que haya sido capaz de contarlo". Todavía les queda mucho camino por recorrer y, de momento, celebran que las víctimas sean capaces de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal.